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La economía circular: fundamentos históricos
Según la Económica Circular Europea (Circular Economy, CE), la estrategia se considera una
escuela de pensamiento innovadora en materia de desarrollo sostenible, pero aún está en
pañales (Murray et al., 2017). Sin embargo, sus raíces se remontan a los trabajos anteriores de
Pearce y Turner (Sacchi et al., 2018), e incluso países como China aplicaron este paradigma en
sus economías hace varias décadas. En general, el concepto europeo de CE trata de desvincular
el crecimiento económico del agotamiento de los recursos, fomentando la disminución de los
residuos en una transición desde la mentalidad " cradle-to-grave (de principio a fin)" (economía
lineal) hacia el proceso "cradle-to-cradle (de principio a principio)" (economia circular) (Gregson
et al., 2015). En este sentido, los factores que garantizan el desarrollo de la economía circular en
un modelo sobre el crecimiento económico a nivel europeo son "la energía renovable, la
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productividad de los recursos, la tasa de reciclaje, el empleo medioambiental y la nnovación"
(Busu, 2019, p. 10). La estrategia europea de CE implica grandes retos para los agentes
socioeconómicos, especialmente para las empresas, que deben asumir importantes riesgos para
la transición de la economía lineal a una economía circular innovadora. Sin embargo, si las
empresas superan estos riesgos, los negocios serán más competitivos en los mercados
(Jørgensen y Remmen, 2018). Las implicaciones de la estrategia de EC en las empresas
justifican la gran variedad de publicaciones centradas en el concepto empresarial de una EC y
su implementación en las empresas (Merli et al., 2018).
No obstante, existe una falta de consenso sobre la definición de CE. Korhonen et al. (2018)
afirmaron que la definición europea de CE es superficial y desorganizada, una amalgama de
ideas de diferentes campos científicos, incluidos los ecosistemas industriales, la ecología
industrial, los flujos de materiales, la economía, la biología, la economía ambiental, etc. Otros
autores (Lewandowski, 2016; Lieder & Rashid, 2016; Sacchi et al., 2018) revisaron los diversos
conceptos existentes de CE en sus distintas acepciones. Todos estos autores afirmaron que
ciertos aspectos de la CE —incluso institucionales, culturales o legislativos— están ausentes en
l
la iteratura. Murray et al. (2017) también han criticado el enfoque actual de la CE por: en primer
lugar, no incluir la dimensión social, crucial para la sostenibilidad, y, en segundo lugar, planificar
objetivos superficiales de base débil y no prever las consecuencias futuras de su aplicación.
A pesar de las limitaciones de la CE, el concepto actual tiene dos aportaciones principales. En
primer lugar, la economía colaborativa recupera la importancia del ciclo de vida de los
materiales, su valor y su calidad. En segundo lugar, la CE ofrece las posibilidades de una
economía colaborativa junto con la producción sostenible para unos modelos de producción y
consumo más adecuados (Korhonen et al., 2018), a través de modelos empresariales de CE como
la ralentización de los bucles (por ejemplo, la satisfacción de necesidades sin la propiedad de un
producto, la ampliación del valor del producto, el diseño de productos de larga duración, el
fomento de la suficiencia o la prolongación de la vida útil del producto a nivel del usuario final) o
el cierre de los bucles (por ejemplo, la ampliación del valor de los recursos o la simbiosis industrial)
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