Según el enfoque accionarial, las empresas se centran exclusivamente en una parte interesada: los accionistas. Este punto de vista se dio a conocer públicamente cuando Milton Friedman publicó un artículo en el New York Times en el que afirmaba: “hay una y sólo una responsabilidad social de las empresas: utilizar sus recursos y participar en actividades destinadas a aumentar sus beneficios siempre que se mantengan dentro de las reglas del juego, (…) participen en una competencia abierta y libre sin engaños ni fraudes. ”
Aunque este punto de vista se entendió en gran medida como una legitimación de la orientación al beneficio con independencia de cualquier otra parte interesada, desencadenó el discurso público en los años siguientes. Hoy en día, la Teoría de las Partes Interesadas ha ganado una amplia aceptación. Desde que se inició el debate sobre el papel de las partes interesadas, la filosofía de la gestión estratégica pasó de la rentabilidad a corto plazo y el mero cumplimiento de las reglas del juego a un enfoque más integrador, que tiene en cuenta a las partes interesadas y se ocupa de sus necesidades.
Una empresa es un sistema socioeconómico. En este sistema confluyen distintos grupos con intereses diferentes y es tarea de la dirección equilibrar sus intereses.
Cada grupo hace sus aportaciones específicas a la empresa y, a cambio, formula demandas a la empresa. Según el modelo de las partes interesadas, la dirección tiene la tarea de aunar los intereses de las partes interesadas en “negociaciones pacificadoras” y permitir que todas ellas participen adecuadamente en las acciones y éxitos de la empresa.
Carroll y Näsi (1997) describen a las partes interesadas como “(…) cualquier individuo o grupo que afecte o se vea afectado por la organización y sus procesos, actividades y funcionamiento”. En cambio, Jones (1999) define a las partes interesadas como “grupos e individuos con poder para influir en los resultados de la empresa y/o con un interés en los resultados de la empresa”. Clarkson (citado por Friedman & Miles, 2006) añade que las partes interesadas también “corren algún tipo de riesgo como resultado de haber invertido algún tipo de capital, humano o financiero, algo de valor, en una empresa (…) (o) corren riesgos como resultado de las actividades de una empresa. ”
Según el punto de vista de Starik (1993), las partes interesadas son “cualquier entidad natural que afecte o se vea afectada por el rendimiento de la organización”, la naturaleza y el medio ambiente también pueden considerarse partes interesadas que contribuyen al rendimiento de la organización y reclaman una participación.
Conceptos como el triple balance (Elkington), el desarrollo sostenible, varios enfoques de la RSE y los Objetivos de Desarrollo Sostenible deben guiar a las organizaciones hacia un comportamiento empresarial resiliente y sostenible.